El desconocido que no se conoce a sí mismo ¿Necesitamos a los santos como intercesores? (página 2)
Ya sólo la falsa imagen del Dios que
castiga, que observa a Sus hijos desde la lejanía para
responder con un castigo a cada uno de sus movimientos
pecaminosos, que los manda a la condenación eterna, impide
una comunicación directa. Puesto que a consecuencia de
ello ya no es posible sentir ni captar el apoyo en el propio
interior, el hombre se agarra a la brizna de hierba que se ofrece
en lo externo como ancla de salvación: Cree en las
promesas de salvación de aquellos que toman la palabra
"Cristo" en los labios y fingen servir a Dios y a los
hombres.Dices con razón que los creyentes de iglesia
reflexionan demasiado poco sobre la enseñanza de
Jesús, e igualan la enseñanza de la iglesia con la
enseñanza de Jesús. Quien establezca comparaciones
entre la enseñanza de Jesús y la enseñanza
de la iglesia, pronto advertirá que la enseñanza de
la iglesia tiene muy poco que ver con la enseñanza de
Jesús, la enseñanza cristiana. La enseñanza
institucional conserva fragmentos de la enseñanza de
Jesús y por esto opina poder llamarse
"cristiana".
¡Cuánto tiempo necesita el
hombre para comprender por fin lo que quería Jesús!
Desde hace 2000 años lucha Jesús, el Cristo, para
que los hombres comprendan por fin en su corazón que no se
necesitan ni templos externos ni iglesias de piedra, sino
sólo la purificación del propio templo, del hombre,
de lo pecaminoso, de forma que el reino de Dios, que está
en el interior del hombre, pueda hacerse visible en el exterior,
en la paz y en el amor a Dios y al prójimo.Los verdaderos
profetas de Dios fueron y son profetas del pueblo. Vinieron y
vienen la mayoría de las veces de fuera, es decir, no de
entre las filas de los escribas. Dios, el eterno, los
envió siempre al pueblo, no importa qué fe
tenía éste, pues para Dios no existen las
diferentes formas de creencia. El desea que todos Sus hijos hagan
Su voluntad, que se puede encontrar en los Diez Mandamientos y en
las enseñanzas de Jesús.
Si la humanidad aspirara al reino del interior, este
mundo sería más luminoso, la Tierra estaría
sana y los hombres serían pacíficos. Todos los
hombres serían entre sí hermanos y hermanas unidos
en el Rey, que vive en el reino del interior. Su vida
sería entonces la vida del Sermón de la
Montaña, y las leyes del reino interno serían
también las leyes del género humano en Dios:
igualdad, libertad, unidad, fraternidad y justicia.
El contemporáneo
crítico:
En mi opinión, parece como si los fundadores de
la iglesia católica hubiesen procedido de la siguiente
manera: en lugar de enseñar a los hombres la
enseñanza práctica del Sermón de la
Montaña, cuya puesta en práctica hubiese sido para
su vida interna y externa una ayuda de valor inestimable,
levantaron una especie de imagen ritual de culto. Elevaron la
figura de María y la proveyeron con una aureola de gloria,
que la "verdadera" María, la mujer sencilla que
vivió en Palestina hace 2000 años, con toda
seguridad no hubiese aprobado. A María se le adjudican
toda clase de maravillas y poéticamente se le suscribieron
muchas cosas. La imagen de culto así surgida fue entonces
aceptada evidentemente de buen grado por los creyentes.Por esta
razón, seguí la pista a la pregunta de sobre
qué raíces místicas se basa el culto a
María. De un estudioso de la ciencia religiosa me
enteré de algunas cosas. El me explicó,
según el sentido de sus palabras, que la adoración
a María como "madre de Dios" procede del culto a Isis. En
el concilio de Efeso (431) se puso a María en el lugar de
Diana y de Artemisa. Muchos títulos de las antiguas
divinidades matriarcales pasaron a María -más
exactamente al "culto de María"- : "reina de los Cielos",
"misericordiosa", "inmaculada", "madre de Dios", etc. El concilio
de Èfeso declaró a la madre carnal de Jesús
como "madre de Dios" e hizo de ello un dogma. ¿No se
despierta con este concepto la idea, o sea se acepta
conscientemente que María está por encima de Dios?
En consecuencia ella sería la madre de Dios y Dios, su
hijo.
Respuesta del
profeta:
La madre María no puede ser la madre de
Dios.
Dios era y es eternamente. Dios es la gran ley del amor
onmipresente que actúa en todo. Dios es, por tanto, Ser
omnipresente. Dios es todo en todo. Tanto se trate de los astros
como de los reinos de la naturaleza, o bien de los seres
espirituales, de las almas o de los hombres, Dios es la fuerza
omnipresente, la vida eterna. Dios, el amor infinito, estaba en
Jesús como fuerza y luz y está en cada uno de
nosotros, de forma omnipresente. El Eterno, Uno Santo, el Padre
eterno de los Cielos es la manifestación que emana de Su
ley omnipresente del amor. Es la ley comprimida del amor, de la
paz y de la armonía. Dado que el Uno Santo eterno, el
Padre celestial de todos nosotros, es la manifestación que
emana de Su sagrada ley del infinito, DIOS, el Padre eterno, se
le llama también Dios-Padre. Jesús, en el que
estaba encarnado el Cristo, el hijo del Supremo, el Corregente de
los Cielos, cumplió el amor a Dios y al prójimo, de
forma que al Espíritu Santo, Dios, a la Ley Eterna, le era
posible traspasarlo por completo, es decir, colmarlo con su
corriente. Por lo tanto, la madre de Jesús no puede ser la
madre de Dios, porque Dios, el Espíritu Omnipresente, la
Ley del Amor, está en todo. Es la fuerza eterna fluente,
que traspasa con su corriente y mantiene a todo ser. Dios es por
tanto la ley, la vida.
Si María fuese realmente la "madre de Dios",
habría para Dios un comienzo, y donde hay un comienzo, hay
también un final, pero Dios es Ser eterno por toda la
eternidad, eternamente existente. No tiene comienzo alguno, no
fue por tanto nacido de la "madre de Dios" -eso es imposible-. La
"madre de Dios" tampoco puede ser la madre de Dios-Padre, pues en
Jesús no se encarnó el Padre eterno mismo, sino que
Su ley del amor, la vida omnipresente, le traspasó
completamente. Jesús no dijo ser Dios, el Eterno, sino que
El dijo: "Mi Padre es más grande que Yo". Así El
dio a conocer que es el Hijo de Dios, y no Dios-Padre mismo. El
tampoco habló nunca de que su madre carnal María
fuera la "madre de Dios", o incluso la madre del Padre eterno.
¿Cómo puede ser la madre de Jesús la "madre
de Dios", si Jesús es el Hijo de Dios? ¿Cómo
puede María ser santa, si solamente hay un único
Santo, Dios, nuestro Padre eterno?
El contemporáneo
crítico:
En la iglesia católica María tiene la
categoría de "santa", también por la razón
de que supuestamente – al igual que Jesús de Nazaret – no
estaba manchada por el pecado original. Todos los demás
hombres, así como el resto de los llamados "santos", han
venido al mundo con esta mácula.
El
profeta:
El llamado pecado original no debe ser visto como una
mácula del alma debida a una culpa propia. Quisiera
describir al pecado original como una especie de "pecado global
de la Caída", que parte desde el acontecimiento de la
Caída. Cada ser divino, ser espiritual, que de la
existencia eterna va a la Tierra y a la encarnación, deja
en la existencia eterna una parte de su poderoso potencial de
luz, que es el camino divino, el imán divino del alma,
para regresar de nuevo a la existencia eterna, a su hogar
paterno. En el camino hacia la Tierra, a la encarnación,
el alma toma también consigo una parte del pecado que
surgió por el hecho de la Caída. Esta parte que se
lleva cada alma se llama "el pecado original".
Es un dogma el hecho de que el cuerpo espiritual de la
portadora de la Misericordia, llamada María como ser
humano, y el cuerpo espiritual del Corregente de los Cielos, como
hombre llamado Jesús, hubiesen venido a la
dimensión temporal sin esta parte del llamado pecado
original. Un dogma es algo institucional de la iglesia y no
tiente nada en común con la verdad eterna. Este dogma
está en contradicción con el principio de la
igualdad divina de todos Sus hijos.
El contemporáneo
crítico:
Perdona Gabriele que te interrumpa. Lo que explicas
aquí es completamente nuevo para mí: en
ningún lugar he oído ni escuchado jamás nada
semejante. En vano busqué en la infancia una
explicación para el "pecado original" -y tú me das
ahora la aclaración-. Te lo agradezco. Me alegro de que
por fin se arroje luz en esta oscuridad. En tus palabras
sentí en seguida: "Sí, esta es la verdad.
¡Así es!" -pero también tengo que admitir que
todavía no lo comprendo del todo, es decir, que aún
no entiendo el contexto.
Con el término "pecado original" hasta ahora la
mayoría de las veces asociaba rápidamente
engendramiento y concepción. En las clases de
religión se dejaba entender que estos procesos estaban en
relación con la mácula del alma.
El
profeta:
Engendramiento y concepción – procesos necesarios
según las leyes naturales dadas por Dios, para posibilitar
a las almas una vida terrenal -con las palabras "inmaculada
concepción", los presenta la iglesia institucional como
algo pecaminoso-. Pero si queremos relacionar la
concepción inmaculada con el engendramiento, resulta algo
espinoso. ¿Cuál es la voluntad de Dios a este
respecto? Dios desea que Su ley del amor se viva en los
matrimonios entre hombre y mujer. Si esto sucede en el sentido
correcto, surge también el deseo de tener hijos, e hijos
son engendrados. Por tanto, si en ambos cónyugues existe
el deseo de tener hijos, este proceso no constituye mácula
alguna, ninguna carga del alma o del cuerpo.
¿En qué se basa la degradación de
este proceso natural? Debido a que las autoridades de la iglesia
católica evitan el matrimonio y no fundan ninguna familia,
pero muchos se ocupan en pensamientos y de tanto en tanto
también físicamente con la sexualidad, y dado que
estos deseos no pueden admitirse ni cumplirse, para alguno de
entre las autoridades eclesiásticas el engendramiento de
un hijo es algo que se puede incorporar a la "inmaculada
concepción".
Si hay que excluir lo que corresponde a las leyes de la
naturaleza y por tanto a la voluntad de Dios, esto sólo
puede proceder de un patriarcado célibe, que rechaza el
matrimonio para sí, y presenta el no casarse como una
forma de vida sagrada, para vivir supuestamente como vivió
Jesús, el Cristo. Los pensamientos de muchos cargos
eclesiásticos y sus actos escondidos son, sin embargo,
cualquier cosa menos sagrados. Saben que eso es pecado: en
consecuencia, tiene que ser también pecado todo lo que es
completamente natural: que cuerpos engendren cuerpos. Esto
corresponde a las leyes de la naturaleza, en tanto cada uno se
atenga a ello. Esto lo siguieron también José y
María.
Quien no deja que la unión
física se convierta en un exceso sexual, con el que
cultiva sus apetitos y relaja sus nervios, sabe que cada hijo
deseado es la voluntad de Dios.¿Para qué se
necesita la idealización de María que, como todos
los seres humanos, tenía un cuerpo completamente natural,
que fue engendrada por su padre carnal y nacida de su madre
carnal? Quien, por ejemplo, como en el engendramiento de
Jesús, no abuse sexualmente de un cuerpo natural,
actúa según la voluntad de Dios. Un hijo así
es un don del amor de Dios, del Espíritu Santo.
La caída en el pecado, el acontecimiento de la
Caída, ha de ser purificado por todos los hombres y almas,
no sólo reconociendo a Dios en nuestro corazón,
sino también acogiéndolo y haciendo cada vez
más las obras del amor desinteresado, para cumplir
así Su ley del amor. Entonces el pecado original se
transforma también en la ley del amor, y el ser del amor,
que se ha convertido de nuevo en la perfección, forma
parte de la perfección, en el amor de Dios, en el reino
eterno, que es el que anunció Jesús, indicando que
el reino de Dios está en cada uno de nosotros, es decir,
dentro de nosotros.
Dios no hace excepciones con ningún ser
espiritual ni con ningún alma que va a la
encarnación, y El tampoco las hizo con María. El
hijo de Dios igualmente dejó una parte de su luz sagrada
en la existencia eterna, cuando se dispuso a convertirse en un
ser humano. La poderosa luz ha de ser cubierta cuando un ser
así, elevado y puro, va a la encarnación. La luz
suprema, la Luz Primaria, está comprimida, y vista como
una totalidad es el fundamento del alma en cada hombre. El ser
espiritual puro como luz e irradiación, sin embargo, deja
atrás una parte de su potencial de
irradiación.
Precisamente a María, la madre de Jesús,
la deberíamos apreciar mucho, pues ella sufrió
mucho por Jesús, su hijo. Nosotros los hombres
deberíamos respetar a nuestra hermana celestial
María, amarla y agradecerle por su perseverancia, por la
gran dimensión de lo que como ser humano rindió,
por la gran fe y confianza en Dios, nuestro Padre eterno, y en el
ángel anunciador, pero también por la confianza que
depositó en José, que la tomó por esposa y
respetó su cuerpo. Podemos dar las gracias a María,
siguiendo y haciendo lo que Jesús, su hijo carnal,
enseñó. Entonces cumpliremos también con el
tiempo lo que María nos mostró con su vida: la
pureza de su alma y de su corazón, la fe grande y profunda
en Dios, nuestro Padre eterno, y en los mandamientos de Dios, y
también en las enseñanzas de Jesús. Entonces
no necesitaremos la enseñanza dogmática, que
idealiza a María; así tendríamos la
unión profunda e interna con Jesús, el Cristo,
nuestro Redentor, y a través de nuestro Redentor hacia
Dios, con nuestro Padre.
Seguro que como ser humano María no podría
entender más de una cosa de lo que Jesús
decía o hacía, pues El hablaba a menudo en
parábolas e imágenes. Aunque no entendiese todo lo
que Jesús, su hijo terrenal enseñó, lo
apoyó, siéndole fiel a El y a Dios. Tuvo que ver
cómo los fariseos y escribas le entregaron al estado
romano. No le abandonó en su hora más
difícil, cuando por miedo, casi todos sus amigos se
apartaron de su lado, retirándose a lugares escondidos de
los entornos.
En frases aisladas que se recogen aún en la
Biblia, se puede reconocer que Jesús, el Cristo, no
siempre estaba de acuerdo con lo que María le
exigía. En una de sus declaraciones dice por ejemplo:
"¿Qué te incumbe, mujer, lo que yo haga?" En otro
pasaje de la Biblia -que la iglesia católica acepta
palabra por palabra-, dice de los verdaderos parientes de
Jesús: "Cuando El aún hablaba al pueblo, he
aquí que su madre y sus hermanos estaban fuera y
querían hablar con El. Uno le dijo: Mira, tu madre y tus
hermanos están fuera y quieren hablar contigo. Pero El
habló y le respondió a aquel que le había
dicho esto: ¿Quién es mi madre y quiénes mis
hermanos? Y extendiendo la mano sobre sus discípulos dijo:
Mirad, ésta es mi madre, y éstos son mis hermanos,
pues quien haga lo voluntad de mi Padre en el Cielo, ese es mi
hermano, hermana y madre.
El amor permaneció en el corazón de
María, el amor a Dios, la fe y la confianza en Dios y el
amor a su hijo carnal. Los fariseos y escribas mostraron
cuán pocos valores divinos espirituales poseían y
lo poco que significaban para ellos la vida interna y el reino
del interior, pues el miedo por el reino de su religión
externa y su prestigio tuvieron más peso. Así,
entregaron a Jesús al estado romano.
¡Cuán grande hubo de ser el dolor de
María cuando Jesús tuvo que recorrer el amargo,
doloroso camino de la crucifixión! Ella, que tuvo a
Jesús en sus extrañas y a quien más adelante
también guardó en el interior de su corazón,
tuvo que ver como su amado hijo fue crucificado, un hecho que fue
desencadenado por los fariseos y escribas, que amotinaron al
pueblo, que primero rindió homenaje a Jesús y lo
aclamó con vítores de "Hosana". Desde su monopolio
de poder religioso, los guías eclesiásticos
instigaron al pueblo, que poco más tarde gritó:
"¡Crucificadle!" y "¡Liberad a Barrabás!. El,
que era inocente, tuvo que ir a la cruz, porque los escribas y
fariseos así lo querían y porque el estado romano
prestó oídos y tragó el anzuelo de los
ladinos argumentos de éstos, porque fingieron ante los
romanos que Jesús, el Cristo, quería un reino
externo, su reino, y que El quería erigirse rey. Los que
ostentaban el poder en el estado romano se atemorizaron, igual
que los hipócritas fariseos y escribas. Así tuvo
que ir a la cruz Aquel, de quien temían que pudiese querer
quitarles su monopolio del poder de oprimir al pueblo.
Pero Jesús, el Cristo, nunca quiso un reino
externo y nunca quiso un rey externo. Jesús quería
erigir el reino del interior en el corazón de los hombres,
para que lo interno, el reino del interior, que es amor, paz y
armonía, pueda crecer en lo externo. El Rey de este reino
es el Espíritu eterno, es Dios, en Cristo, que a su vez es
el amor y la paz. Quien sin embargo no tenga en sí la paz,
sino odio, envidia y egoísmo, tiene miedo de que su
competencia del poder se ponga en entretela frente al
pueblo.
María tuvo que sufrir y padecer dolores
inimaginables al ver crucificado a su hijo, que con voz ahogada
le dijo: "¡Mujer, he aquí a tu hijo!", y a Juan:
"¡He aquí a tu madre!". Con ello Jesús, el
Cristo, pidió a Juan que atendiese a María, la
madre carnal de Jesús.
Después de 2000 años tiene
que estar tradicionalmente colgado aún en la cruz, porque
los escribas y fariseos actuales así lo quieren, ya que es
su "tradición". ¿Por qué
razón?¿Han cambiado los fariseos y escribas en el
transcurso de 2000 años o se han vuelto sólo
más hipócritas porque ahora tienen un disfraz
llamado "cristiano", pero siguen manteniendo la tradición:
En aquel entonces "¡Crucificadle!" y en la actualidad
"¡Dejadle crucificado!"?Lo que fue en aquel tiempo hoy
día no es muy diferente. En aquel tiempo los cargos
eclesiásticos, los fariseos y escribas, persiguieron a
Jesús para discriminarle ante el pueblo, para
ridiculizarlo, para calumniarlo y burlarlo, para desacreditarle
como sectario, para que el pueblo no le escuchase a El, sino a
ellos, los escribas y fariseos, ¿Qué hacen hoy en
día las autoridades eclesiásticas con las personas
que piensan de forma diferente a la suya?
Los escribas y fariseos actuales se permiten afirmar que
su religión es cristiana. Sin embargo, no es cristiana,
sino simplemente la religión de su parecer, y ésta,
apenas si tiene algo en común con la enseñanza de
Jesús, el Cristo. Toman el nombre de Jesús, el
Cristo, para crear con ello su fachada. Esta sin embargo es como
las tumbas disimuladas; por dentro todo es hueco y podrido y
lleno de muertos espirituales. En aquel tiempo entregaron a
Jesús a la cruz, hoy día afirman que Jesús a
través de Pedro es el constructor y el que lleva la
iglesia romana.
En aquel tiempo causaron a la madre de
Jesús un dolor infinito, hoy es idealizada y atada al
dogma, que entre otras cosas dice que fue acogida en el Cielo con
su cuerpo físico.Si se aceptase la acogida física
en el Cielo como una realidad de hecho, casi habría que
suponer que el morir de forma natural tendría que ser
pecado. De las manifestaciones divinas del Cristo de Dios sabemos
que el cuerpo espiritual de María es el serafín de
la Misericordia ante el trono de Dios. El cuerpo espiritual puro,
el ser espiritual, es la imagen y semejanza del Padre eterno,
pero de ningún modo la imagen que la "santa" iglesia
católica ha dibujado de María y ha proyectado al
Cielo.
La iglesia católica es católica. Posee
solamente fragmentos de la enseñanza de Jesús, el
Cristo, y por eso no puede figurar como enseñanza
cristiana que sigue a Jesús.
El contemporáneo
crítico:
La iglesia católica llama a su líder, el
Papa, "Padre Santo". El dogma de la "inmaculada
concepción", por medio del cual María, desde el
primer momento de ser concebida en el vientre de su madre, Ana,
fue mantenida limpia de toda mancha del pecado original, fue
anunciado en el año 1854 por el papa Pío
IX.
El
profeta:
Quien use el sentido común
debería preguntarse: ¿Por qué ha necesitado
Dios casi 1900 años para manifestárselo entonces al
papa Pío IX? ¿Acaso necesita Dios 1900 años
para que Su palabra llegue hasta nosotros, y eso precisamente con
el papa Pío IX? ¿Por qué no le
anunció Dios esto ya a Ana, la madre de María? Y si
se lo anunció por primera vez al papa Pío IX,
¿por qué tantos años después? Y,
¿Por qué habría El favorecido en este caso a
la iglesia católica sin tener en cuenta a la iglesia
evangélica protestante? ¿Es Dios parcial?Si estoy
bien informada, cuando el papa anuncia un dogma, no se trata de
ningún modo de una manifestación de Dios, sino
simplemente de una anunciación de la iglesia, que supone
que Dios no se ha manifestado desde hace 2000 años. Luego
siguió la proclamación de la llamada "pureza" de
María por parte de la iglesia católica, que a
través de siglos se ha manchado hasta lo peor. La madre
iglesia se ha vuelto estéril puesto que rechaza las
manifestaciones de Dios y afirma que éstas acabaron con la
muerte de Jesús. La inadmisión de las
manifestaciones de Dios es como un "método
anticonceptivo", que entre otras cosas, se expresa en la
persecución y exterminación de los profetas,
algunos de los cuales vinieron también después de
Jesús de Nazaret y que Jesús mismo anunció:
"Os enviaré profetas, y a algunos de ellos los
matarán y a otros los perseguirán…".
En el diccionario alemán de Bertelsmann leo en el
término "dogma" lo siguiente: "Dogma: opinión
formulada con carácter obligatorio de enseñanza,
enseñanza religiosa de fe; según la iglesia
católica, un teorema que la iglesia reconoce como las
verdades manifestadas por Dios y afirma que es por lo tanto
inalterable en su afirmación positiva, y obliga a la fe de
forma absoluta…".
Según la enseñanza evangélica
protestante, un dogma es un "teorema que recoge un contenido de
una manifestación como está contenido en la Biblia,
que como afirmación de condición humana, no puede
adecuarse libremente al objeto, y por ello es básicamente
suceptible de ser modificada y actualizada".
La iglesia católica enseña que las
manifestaciones de Dios acabaron con Jesús.
¿Cómo se compagina esto con el hecho de que
después de casi 2000 años de pronto sean anunciados
nuevos contenidos de manifestación como los dogmas de la
"inmaculada concepción" y cien años después
la "acogida en cuerpo físico de María en el Cielo"?
Aquí sólo puede tratarse de meras afirmaciones
eclesiástico-teológicas, de "afirmaciones
humanamente condicionadas", como dice la iglesia
evangélica protestante.
Con la amenaza de la excomunión de la comunidad
con Dios, los hombres del occidente "cristiano" se han
desacostumbrado a pensar y a utilizar su sentido común. De
otro modo habrían comprendido que tanto para Jesús
como para María, respecto a su existencia física,
tienen vigencia las mismas condiciones que para todos los
demás seres humanos. La ley de Dios no es ni confusa, ni
contradictoria, ni nebulosa, ni incomprensible. Dios es claridad,
perfección, inteligencia suprema. Por ello, su ley es
clara y lógica.
La pretensión de absolutismo de la iglesia
católica está en clara contradicción con las
leyes de Dios. Los dogmas obligan a los católicos a creer.
En el dogma está contenido: "tú tienes que creer,
de otro modo serás excluido de la comunidad de Dios". Los
Diez Mandamientos, por el contrario, hablan de libertad. En ellos
se dice: "Tú deberías". Por tanto la iglesia
católica no puede ser cristiana; es, pues naturalmente
católica.
El contemporáneo
crítico:
María es una mujer. ¿Tiene tal vez este
hecho un significado especial?
El
profeta:
Hay que preguntarse si la adoración a una mujer
no es tal vez la compensación por la opresión de
todas las demás mujeres como se practica por ejemplo en la
iglesia católica, refiriéndose a Pablo, que en una
de sus epístolas escribe: "Como en todas las comunidades
de los santos, las mujeres deberían callar en la asamblea
de la comunidad". Jesús, el Cristo, no habló de
"santos" ni de mujeres que debían callar. Muy por el
contrario, El estaba a favor de la igualdad y la practicaba
también, pues entre sus seguidores había
también discípulas. En el imperio romano dominaba
el patriarcado, y Pablo era un romano. Eso habla por sí
mismo.Si la iglesia católica se llamase sólo
católica, pero no además cristiana, o si las
autoridades eclesiásticas se definieran como seguidores de
Pablo, serían consecuentes. En cualquier caso, la sociedad
masculina de la iglesia católica poco tiene que ver con
Jesús de Nazaret. El patriarcado católico se
considera mejor que los padres de familia, entre los que
más de uno engendra hijos con respeto ante la vida,
protege al hijo y a la madre, siendo así un buen soporte
para la familia.
Con toda seguridad tampoco es una casualidad que una
iglesia en la que las mujeres no son miembros de igual derecho y
cuyos sacerdotes están obligados al celibato, recibiese el
nombre de "Madre Iglesia", y como tal dirige y guía a sus
"hijos" con absoluta dureza. Allí donde el principio
masculino oprima al femenino, se destruye la dualidad del
alma.
Si se perturba la relación entre hombre y mujer,
como por ejemplo por medio del celibato y la madre iglesia, no
puede darse ningún engendramiento, o multiplicación
de los hijos de la iglesia. La infertilidad de la madre iglesia
se puede reconocer en el número de los que se salen de
ella y en el fruto del mundo actual. Está escrito. "Salid
de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus
pecados y no os alcance ninguna de sus plagas".
Han pasado 2000 años hasta que muchos hijos de la
madre iglesia han ido reconociendo todo esto poco a
poco.
El contemporáneo
crítico:
Estas asociaciones me aclaran algunas cosas: el
principio masculino se estanca cuando al vivir el estadio de hijo
busca apoyo en la "madre", en lugar de desarrollar en sí
el principio Padre-Madre. De esta forma la "madre iglesia" es de
alguna manera un matriarcado y un descendiente de la "gran
madre", una figura mítica de la historia temprana de la
humanidad. La iglesia se ve a sí misma como "madre",
porque predicando y bautizando dio a luz a hijos que
supuestamente había recibido del Espíritu Santo,
como se dice en una anunciación papal.
¿Cómo puede estar en juego el
Espíritu Santo, que es un espíritu de la libertad,
cuando la iglesia obtiene a sus "hijos" con el bautismo
obligatorio de los lactantes, y cuando predica la amenaza del
castigo infernal eterno en el caso de que los hijos no crean en
los dogmas eclesiásticos? Además, Dios
enseñó a través de Jesús:
Enseñad y bautizad. Y no: bautizad y luego
enseñad.
Ahora me hago consciente de muchas cosas. Al estudiar
las diversas religiones reflexioné a menudo sobre los
dogmas y no llegué a ninguna conclusión.
Antaño, la anunciación de un nuevo dogma acababa
con la frase: "Quien no admita…, que sea maldito", es decir,
censurado con la expulsión de la iglesia y sellado como un
condenado para toda la eternidad. Hoy día se formula esto
de forma más recatada, con la frase "que sea excluido" o
con palabras como: ¡Si por tanto, que no quiera Dios,
alguien se atreve a negar o conscientemente o sea poner en duda
esta verdad, que ha sido definida por nosotros, que sepa que se
ha desprendido de la fe divina y católica!". El salir de
esta comunidad significa según el sentido de la
enseñanza eclesiástica: salir fuera de la comunidad
con Dios -lo que significa el infierno-.
El
profeta:
Quien se pare un poco a reflexionar sobre todo esto se
hará consciente de que esta enseñanza es cruel y
que no tiene nada en común con la enseñanza de
Jesús, el Cristo. Quien enseña algo tan falto de
amor, está lejos de la enseñanza de Jesús,
lejos del amor divino y atrapado en sus ideas humanas. En
Dostojewski, el gran inquisidor le dice a Jesús: "Pero les
diremos que Te obedecemos y que gobernamos en Tu nombre. Les
engañaremos de nuevo (con ellos se refería a los
hombres), porque a Ti ya no te dejaremos entrar. En este
engaño también estará nuestro padecer, pues
estaremos obligados a la mentira".
Yo me pregunto: ¿Cómo pueden mantenerse
durante tanto tiempo semejantes contradicciones entre la
enseñanza de Jesús y la de la iglesia? Sólo
porque lo hombres no reflexionan, sino que ciegamente se dejan
guiar por ciegos. Se podrían citar más cosas y
preguntarse una y otra vez: ¿Por qué se ha podido
creer todo esto durante tanto tiempo? Jesús no
habló de dogmas, tampoco de la obligación de creer.
Dios dijo a través de Moisés en los Diez
Mandamientos "deberías", y Jesús no
enseñó las legitimidades divinas con un "tienes
que", sino con un "deberías". O: "Quien escuche esta mi
enseñanza y la lleve a cabo, se asemeja a un hombre
sabio…". Tampoco habló Jesús de la
separación absoluta de lo divino, pues El , el gran amor
que dona misericordia y compasión, trajo a cada alma y a
cada hombre, a todos nosotros, el destello redentor, que nos
asegura el regreso al reino de la paz y del amor, al hogar
celestial.La iglesia luterana dice por ejemplo que basta la fe en
Jesús, el Cristo, para obtener la salvación, que
uno no necesita esforzarse en reconocer y purificar sus pecados;
que todo lo esencial lo hace Cristo por medio de la fe en El. Con
esto, la iglesia luterana anula el sentido de las leyes de Dios
que el Eterno dio a los hombres a través de Moisés.
El que tome en serio los mandamientos también tiene que
hacer algo, porque a través de Moisés Dios nos
dijo: "deberías": Si el hombre cumple lo que es la
voluntad de Dios tiene que volverse activo, es decir, tiene que
esforzarse, para poder cumplir los mandamientos. Con la
declaración de la iglesia luterana de que la fe basta para
obtener la salvación, aquella está también
en contra de las palabras de Jesús, el Cristo que dijo:
"Quien escucha esta mi enseñanza y la practica, se asemeja
a un hombre sabio, que construyó su casa sobre una
roca…Y quien escuche esta mi enseñanza y no la
practique, es como un hombre necio, que construyó su casa
sobre arena…".
Jesús, el Cristo, muestra el pro y el contra, y
las consecuencias, en lo que reside también la libertad de
decidirse por el contra y reunir con ello experiencias. Quien
construye su casa sobre arena no tiene sin embargo que sufrir por
ello toda la eternidad, si la casa se derrumba. El puede cambiar
y construir su próxima casa sobre la roca. El puede, si
quiere, pero no está obligado a hacerlo.
Más de uno, que durante bastante tiempo haya
relexionado sobre esta enseñanza fría como un
témpano del "debes" y sobre la condenación eterna,
y se ha hecho también conciente de las palabras de
Jesús que dicen: "Aspirad primero al reino de Dios y su
justicia, y todo lo demás se os dará por
añadidura", o incluso las palabras del Apocalipsis de San
Juan: "Salid de ella, pueblo mío, para que no
participéis de sus pecados ni recibáis de sus
plagas" y quien haya abandonado estas estructuras de poder, dice
una y otra vez que está contento de no pertenecer ya a
semejante iglesia. Y más de uno dice por ejemplo: He
comenzado a consagrar mi vida a Dios, nuestro Padre eterno, y a
Cristo, nuestro Redentor, y a retirarme varias veces al
día a mi camarilla silenciosa, para allí rezar y
dialogar con Dios, mi Padre, tal y como nos enseñó
Jesús. Otro a su vez se da cuenta que aunque la "madre
iglesia" me maldiga, me es indiferente, porque sé que Dios
ama a todos sus hijos y también a mí. Y otro por su
parte pregunta: ¿Quién tiene el derecho de maldecir
a otro, cuando Dios ama y conserva en Su corazón a todos
Sus hijos?
La verdad eterna es inalterable. También en el
tiempo actual nos manifiesta el Cristo de Dios que
únicamente deberíamos orientarnos a El, al Gran
Espíritu, y no a hombres. El nos enseñó
muchas legitimidades del reino del interior, de la existencia
interna, e hizo realidad lo que anunció siendo
Jesús: "Todavía tengo mucho que deciros, que
aún no podéis comprender. Pero cuando venga el
Espíritu de la verdad, os guiará a toda la
verdad".
Entretanto Su obra divina, que El llama para nosotros
los hombres, Vida Universal, está extendida por todo el
mundo. Puesto que ninguna energía se pierde, se
está creando alrededor de la Tierra una atmósfera
espiritual; es la corriente de la verdad, la Palabra, que hablada
y por escrito va por toda la Tierra. Hay millones de cristianos
originarios que escuchan al Cristo de Dios por boca
profética, que entre otras cosas explica y muestra los
Diez Mandamientos y el Sermón de la Montaña que
enseñó siendo Jesús de Nazaret, indicando
cómo se pueden aplicar éstos en la vida diaria de
cada uno. Millones de cristianos originarios recorren el Camino
Interno, el camino del autorreconocimiento, que permite llegar a
ser libre y que conduce a una vida activa según las leyes
de Dios.
La enseñanza central del Cristo de Dios, que se
manifiesta en la actualidad por boca profética en Vida
Universal, es la purificación y el orden del templo, que
es el hombre, y que tiene lugar cuando uno reconoce diariamente
su parte pecaminosa que le refleja el día, de la que
él entonces se arrepiente desde lo más profundo de
su corazón, y no vuelve a cometer más.
La enseñanza central nos enseña
también a retirarnos a lo más interno del hombre,
al silencio interno. Su enseñanza dice también que
no hay que orientarse a líderes religiosos, tampoco a
autoridades eclesiásticas, sino únicamente a El, al
Cristo de Dios, que es la luz del alma y de los hombres.Muchos
millones de hombres que han sido alcanzados en su corazón
por el Cristo de Dios, comienzan paulatinamente a llamarse
cristianos originarios, porque ya no quieren pertenecer a ninguna
iglesia externa ni tampoco pertenecen más a ella, puesto
que siguen las palabras: "Salid de ella, pueblo mío, para
que no participéis de sus pecados ni recibáis sus
plagas".
Los cristianos originarios son por tanto cristianos
libres, para los que no existe ningún "tú debes",
sino el "tú deberías". Los cristianos originarios
en Vida Universal no constituyen una institución, sino que
siguen la religión interna, la cual une a aquellos que
adoran a Cristo en su interior y hacen paso a paso Su voluntad,
es decir, le siguen a El.
"Quien practique la enseñanza de Jesús, el
Cristo, es como un hombre sabio que construye su casa sobre la
roca". Quien por tanto es sabio, sigue a Jesús, el Cristo,
tal y como lo hacen los cristianos originarios. Nosotros no
tenemos ninguna iglesia de piedra, porque sabemos que cada hombre
es el templo de Dios. Sólo tenemos locales de
reunión, donde nos juntamos en momentos determinados para
rezar juntos, para cantar y para hablar de las leyes de la vida
interna. Se trata de una comunidad de hermanos y hermanas que
acogen a todos los que sinceramente buscan a Dios, a los que
quieren saber qué es la religión interna, es decir,
la libertad en el espíritu de Jesús, el Cristo.
Semana tras semana se acercan cada vez más buscadores de
Dios a los cristianos originarios y se sienten como en casa,
porque éstos no esperan ni exigen nada de ellos, les
hablan como hermanos y hermanas, conscientes de que todos
nosotros somos hijos e hijas de Dios, el Padre Eterno. Quien
busque de verdad y cumpla paso a paso los Mandamientos de Dios y
el Sermón de la Montaña de Jesús se siente
entre los cristianos originarios espiritualmente como en su
casa.
Gabriele Wittek
www.radio-santec.com
Autor:
Maite Valderrama
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